San José y el Niño, colección particular |
Esto que reflexiono viene a cuento de un
dicho de los interfectos —sabiendo para sus adentros que dicen verdad—, que “la madre de un cura debería morir una hora
después de éste”, como muy pronto.
Y me lleva a reflexionar también acerca
de la calidad de sus estudios filosóficos, mejor todavía, de la teoría de la
causalidad, caída en saco roto: “quien es
causa de la causa es causa del mal causado”. O del bien, decíamos. ¿Dónde
estarían aquéllos si no hubiera habido una primera causa biológica de su ser?
E incluso de los teológicos, me refiero
al concepto trinitario de Dios: Padre, Hijo y “Pneuma”.
Menos mal que uno es consciente de su ser
y dignidad como persona y, al menos, esto queda para rumiar en las silentes
soledades. Cuando, entre los cipreses, das la frente al cielo y si pudieras
pensar recordarías: “Sic transit gloria
mundi”.
Soy hijo de Dios, los zánganos solo
criaturas.