No se
puede hablar ni escribir sobre la mujer, ni en concreto ni en abstracto. Creo
que es irremediable que se siga hablando "de mujeres" con una copa en la mano en
la taberna o en el cuartel. No se puede hablar, so pena de ser inmediatamente
tildado o agredido con algún epíteto propio del metalenguaje postmoderno que
padecemos. El más amplio y habitual es el de machista, pero no se usan los de
“contramachista” ni el de “feminista”, porque tienen otras connotaciones para
la militancia.