Amanece en Elcano |
Estar en el campo, con el afán del llegar a conocer a personas
concretas y su mundo vital. Hacer nuevas todas las cosas y fijarte
más en las que están que en las que pasan. Reparar en lo que uno ve, en el
suelo y en el cielo, parándote a mirarlo con paz, sin que te mate ensimismarte,
sino siendo tu como en realidad y sencillamente eres, sacudiéndote el personaje
que te has inventado y esa fatiga crónica que por ello padeces. Y recordar lo
insignificantes que hoy son aquellas cosas que en otro tiempo nos parecieron importantes,
casi vitales.
Es momento para humanizarte, dejarte acariciar por la
naturaleza, rescatar vivencias de la
memoria, sacar de nuestros oscuros interiores los anhelos
arrinconados y echarlos a volar para celebrar la vida, soñando con los ojos bien abiertos. Porque la vida
existe, aunque parezca desalmada, aunque hayas perdido la alegría. Para vivirla
no hace falta ser pudiente, basta ser gente corriente y aseada. Escuchar el
silencio que nos acompaña y el lejano afanarse de los lugareños.