Cerámica de mi colección |
Al caer las tardes otoñales, mi bisabuela contaba leyendas del Basajaun, a quien pocos han visto y
todo el mundo presentido, entre las nieblas y la hojarasca del bosque, como esa
mirada invisible de un ser prodigioso, gigante y peludo, que te observa y alerta
a caminantes y pastores de sus naturales enemigos: tximista (el rayo) y otsoak
(los lobos), que dispersan y dan muerte a los ganados.
Basajauna nunca se ha podido fotografiar, pero sí pintar según los
relatos de quienes un día lo apercibieron. El mío hasta se dejó modelar y, a
partir de entonces, señorea mis imaginaciones desde la sobrepuerta de mi
estudio.
(Publicado en www.lovelybaztan.com)