A un lugar, que hoy ya no reconozco, le
llamábamos Maimur. Era un sitio de
ensueño para los niños: un pequeño prado inclinado y boscoso de castaños entre el “puente de las
brujas” y el río Gorritzaran. El puente de las brujas era un viaducto del tren
del Plazaola, que salvaba, para nosotros a respetable altura, el riachuelo
tributario del Leitzaran. Le llamábamos de las brujas porque de vez en cuando
hacía un ruido horrísono y se veía envuelto en un humo hollinoso, motivo por el
cual los mayores nos impedían siquiera acercarnos a él. El Gorritzaran era
menos que un río, pero más que un arroyo. Discurría por un cauce pizarroso que
propiciaba la formación de piletas, muy seguras para que los niños jugáramos
sin demasiada vigilancia a salpicarnos, a hacer grandes obras de ingeniería o a
perseguir cabezones, que nunca jamás llegarían a alcanzar su siguiente fase de
metamorfosis.
El
clima de las mañanas no propiciaba el baño, salvo en algunos días de agosto.
Entonces, cuando levantaban las nieblas, íbamos a Maimur con la tata y la
Chichinita, después de haber hecho la digestión del desayuno. Era solo un rato,
que suponía volver a casa con una gran perra, que alteraba la paz octaviana de
los mayores. No era rara la tarde, más soleada, en la que íbamos a hacer
chocolate con nuestros padres y abuelo, mientras que la abuela, muy victoriana
ella, se quedaba en casa, tomando té con pastas y cuidando de los gatos. Para
el chocolate la Chichinita se proveía de leche de casa, azúcar, una tableta de
chocolate, un perol alto y de pan cortado en largas tiras, untado ya en
mantequilla, también de casa, que sería mojado por turno en el contenido del perol, si
conseguíamos vencer la impaciencia que nos corroía mientras se hacía y luego se
enfriaba. Entretanto, nos contaba que sus hermanos pescaban truchas en las
orillas haciéndoles cosquillas en la tripa. Nosotros nunca vimos truchas en el
río, sino en casa, fritas con jamón.
Maimur.
Ya no doy con él. No es mi memoria, sino la horrible urbanización.
Un medio baño improvisado en calzorras |
Chocolateando |