sábado, 21 de mayo de 2011

Así cree que le va, pero no hay tal

No supo sujetar su magín y detener su agotador revoloteo. Tampoco sobreponerse a la perentoriedad del día a día, de modo que no pudo expresar su vida interior como literatura, salvo por algún raro casual y casi siempre para su coleto.

Y aunque sepa expresar sus sentimientos, tampoco es una persona muy dada a hablar: escucha, observa, rumia y, si las tiene, guarda sus palabras para él o, a lo sumo, para su derredor, aunque haya quien discrepe. Sólo muy de vez en cuando tiene la oportunidad de romper su silencio para fuera; entonces nota que causa estupor, porque dice de lo suyo, de sus experiencias e intuiciones, de lo que ha podido trabajar consigo mismo, casi siempre contra corriente.

No trata de enseñar a los demás, sino de aprender. Sabe que el protagonista de la educación no es el maestro, sino el alumno, por eso aprende de todo aquél que tenga algo que enseñar, tanto bueno como malo. Luego actúa en conciencia y, sin reparar en ello, siembra.