miércoles, 21 de diciembre de 2011

Aquí y ahora

Parroquia santos Emeterio y Celedonio

Lo importante del Belén es el pesebre, donde se resuelve el  misterio de la Encarnación, ante el estupor de José y los ojos saltones de la mula y el buey. Pero lo demás no es tan accesorio como pudiera parecer. Hay belenes que son una perfecta recreación del medio físico y la arquitectura israelita, me transmiten arte, pero frialdad. A mí me interesan los clásicos, los que reciben a la Sagrada Familia ahora y aquí, donde cada cual vive, porque en el fondo es así: vienen a nosotros,  a nuestros corazones, a nuestro ambiente, que es el que el niño o el mayor, o ambos, recrean en su imaginación, con sus medios y con su arte. Casi siempre distinguiendo entre el bien, que encarna el Nacido, y el mal, representado por el castillo de Herodes o los soldados del romano colonizador. Por en medio pululan las ingenuas gentes de buena fe — los llamados a conocer la Buena Nueva en nuestro corazón—  con nuestras cosas del día a día invernal, cerdos, gallinas corderos, palomas y patos por aquí y acullá…  Como el campo en este corro, que está siendo arado, porque es el tiempo, y los cardos fajados para que blanqueen, que están casi en sazón, para ser comidos en los días de Navidad, aliñados con un poco de jamón, el zumo de un limón, un poco de harina, aceite, agua y sal. Parco aliño para una exquisitez. Un Belén a la navarra este de Cizur Menor.