martes, 29 de noviembre de 2011

Una ceñida a rabiar


Gracias Javier por tu paz. Esa que transmite tu serena mirada al mar que, aun herido de muerte, te queda por navegar. Animoso, te ciñes al viento y dejas hacer que te lleve donde sea que fuere, pero bien apretado a él. Que no se pierda una racha ni el timón, que a los winches estaremos los demás.

Me has transmitido paz, esa paz de verdad que nace del corazón y la otorgas gratis a los demás por el mero hecho de serlo. No digamos si hemos sido marineros en iguales singladuras, juntos, en la armonía de que quienes sufren una misma tensión y le dan cara, una misma cara con muchos brazos.

Me has dejado pensativo contemplando la inmensidad del mar, siempre cambiante, tan cercano, tan peligroso como la vida misma. Como el fuego.


Te veo bien Javier. Me quedo bien. Que la paz sea con nosotros.


(Foto: Alfonso Rosales Monge)