jueves, 14 de agosto de 2014

Maximiliano María Kolbe


A los más jóvenes pudieran parecer legendarias las circunstancias del martirio de Maximiliano María Kolbe OFM Conv ( en el mundo Rajmund Kolbe), quién se entregó por amor a una muerte cierta en el campo de concentración de Auschwitz. Kolbe, franciscano conventual, sustituyó al décimo preso de los diez condenados a morir de hambre por la fuga de otro prisionero del campo de concentración. Como sobreviviera a todos los condenados, finalmente fue asesinado con una inyección de cianuro. Era el 14 de agosto de 1941. Hasta aquí lo conocido.

Menos se sabe que estaba doblemente doctorado en Derecho canónico y en teología y que su espíritu mariano le llevó a fundar en Polonia la "Ciudad de la Inmaculada", una gran organización que disponía de dos periódicos y hasta de una emisora de radio. A uno de los periódicos lo implantó también en Japón, precisamente en la ciudad de Nagasaki.

Hace ya algún tiempo que estuve unos días en Szczecin, una preciosa ciudad en la orilla derecha del Oder, en la Pomerania polaca. En los años del III Reich se la llamo Stettin y fue literalmente laminada por los bombardeos aliados, hasta que hecha la paz volvió a ser polaca y renacer de sus cenizas. Hay en ella una gran iglesia catedral dedicada a Santiago el Mayor, cuya fábrica de altas naves gotizantes es totalmente de ladrillo rojo. Entre sus muros hay una escueta capilla, pero singular. Esta cerrada por una verja, remedo de las alambradas que rodeaban los campos de exterminio nazis. No tiene santos de bulto, tan sólo una desmedrada silueta humana en bajo relieve que representa, brazos caídos, a los famélicos prisioneros que quedaban del lado de dentro de la alambrada y tenían los días contados. En su pared frontal están escritos los nombres de todos los campos nazis de prisioneros y, en una vitrina, un estandarte con el triángulo rojo invertido con la P que representaba que el portador era prisionero. Las vidrieras de la capilla son más explícitas, pues muestran a oficiales de las SS apaleando y ejecutando prisioneros. Hace ya unos años de esta estancia mía en Szczecin y no recuerdo bien si en la misma capilla colgaba otro estandarte con el retrato de San Maximiliano Kolbe y la fecha de su canonización (10.X.1982), bajo el pontificado de su compatriota Juan Pablo II. Para mí, pensar que tanto a las ceremonias de beatificación como de canonización asistiera el prisionero por él salvado, Franciszek Gajowiczek, me da escalofríos y pie para meditar, como lo hice largamente, que el amor humano llega hasta la muerte, por la gracia de Dios.


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