sábado, 17 de septiembre de 2011

Košice, I




Fuente: http://es.wikipedia.org/

 
Así ocurrió días pasados. Un jesuita, desde el ambón, no suele renunciar a hacer hagiografía de sus compañeros mártires. Siquiera debe procurar que no pasen desapercibidos para la feligresía, cuando hoy los santos se cuentan hasta entre la gente corriente. Es el caso de Melchor Grodziecki, Marcos Krizevcanin e István Pongracz, católicos papistas de la Compañía de Jesús a quienes los luteranos transilvanos dieron tormento y muerte el 6 de septiembre de 1619, en la ciudad de Košice, hoy eslovaca e importante plaza del imperio húngaro durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Una guerra que comenzó siendo revuelta y se hizo paneuropea, participando España en la Liga que apoyaba a Fernando II de Habsburgo.

Viajé a Košice a principios del 2000. Llegué out of time, vía Praga, muy de madrugada, en un airbús de bandera checa. La terminal muy gris, angosta, polvorienta, mal ventilada… En fin, destartalada y varias veces parcheada con materiales de dudosa calidad y estética. Un micro nos esperaba en el oscuro exterior para conducirnos a nuestra residencia en Spišska nová Ves, pequeña ciudad próxima, al pie de los Altos Tatras, en el macizo que forman los Cárpatos occidentales.

Košice, segunda ciudad de Eslovaquia, lo fue también de Hungría entre los siglos XIV y XVIII. Se encuentra en un rincón al noreste del país, entre las lindes de Hungría, Polonia y Ucrania. Austria tampoco queda lejos. Merced a sucesivos privilegios municipales de concesión real, creció como ciudad gremial y multicultural en el medievo, a la orilla del Hornád y en un cruce de caminos que le permitió desarrollar un importante mercado hasta el siglo XIX y ahora renacer. Aparte de sus orígenes forales, en 1369, Luis el Grande le otorgó el privilegio de usar escudo de armas, convirtiéndola de este modo en la primera ciudad del mundo dotada de blasón, que ilustra estas líneas, como elemento heráldico definidor de su personalidad. Otra de sus singularidades es que la de Santa Isabel de Hungría es la catedral gótica situada más al este de Europa.

Un tanto fanée por causa del anterior régimen comunista, la pequeña y coqueta ciudad es prototípica de las centroeuropeas, que se organizan a partir de un núcleo poblacional de estilo gótico en torno  a la iglesia, que se va haciendo progresivamente barroco e imperio conforme se aleja de ella.