sábado, 17 de septiembre de 2011

Košice, y II


Monumento en Košice

Sujeta al devenir histórico, otrora parte de Transilvania, luego del Reino de Hungría, provincia del Imperio austro-húngaro, reino sin restauración monárquica, checoslovaca tras el telón de acero y hoy eslovaca en el seno de la Unión Europea. De mano en mano, de todos, quizá de nadie, llamárase Kassa, Kasbrau o Košice, es patria chica de un errante que se firmaba Sándor Márai. En realidad Sándor Károly Henrik Grosschmid de Mára, nacido en 1900 en esta ciudad. Húngaro de nacimiento, sajón de estirpe paterna y nacionalizado norteamericano; antinazi, antisoviético, casado con judía… Suicida con las botas puestas, probablemente no consiguió lo que proclamara: “El hombre hace suyo un lugar no sólo con el pico y la pala sino también con lo que piensa al picar y palear”. “Peregrino del siglo XXI”, le calificaron hace pocos años sus compatriotas.


En Košice hay un conjunto monumental en bronce dedicado a Márai. El autor está sentado, en relajada actitud de atender a quien pudiera estar sentado en la silla vacía que tiene enfrente, quizá en duelo verbal con el fingido Kónrad, buscando la implacable y recóndita verdad de los hechos en El último encuentro, o una respuesta a la pregunta “qué se esconde detrás de la amistad”.


Me hubiera gustado hacerlo, pero no me atreví a ocupar la silla vacía para concararme con ese profundo observador de los sentimientos y las relaciones humanas y preguntarle si, en realidad, lo que a él NO le pasó es que “uno acepta el mundo, poco a poco, y muere”.