miércoles, 21 de mayo de 2014

El Premio Salmerón



Entre muchos otros, el Premio Salmerón era otorgado hace unos años por la Asociación de Periodistas Parlamentarios, al diputado más batallador. Tengo que matizar que el ámbito de actuación de la Asociación es el Parlamento español. No sé si continuará haciéndolo, porque el horizonte periodístico ha cambiado bastante. Este premio tenía dos accésit que merecerían también ser hoy otorgados. El primero lo era para el diputado más absentista y el segundo al diputado mudo. El absentismo ha sido fuertemente penalizado, aunque el bar parlamentario está lleno durante las sesiones de gentes que ya han “fichado”; en ello les va la congrua y las dietas. No así la mudez, porque, aún habiendo fichado a la entrada, nadie está obligado a intervenir en sesión alguna ni para decir anjo; basta con apretar un botón cuando toque. Preciso es decir que entre los premiados en la corta vida de la Asociación se encuentran gentes absolutamente desconocidas y otras que pasarían por relevantes. Hay que echar un vistazo al elenco de galardonados

Variante, no considerada por la Asociación, de la mudez agravada sería la sordomudez, que implicaría que el aquejado de ella, so pena de leer resmas de papeles, no se enteraría de nada, porque así como hay taquígrafos y estenotipistas parlamentarios, no existe traducción simultánea al lenguaje de los sordomudos. Por mi experiencia, me temo que las listas cerradas deben está plagadas de sordomudos sin diagnosticar.


Y no quiero seguir, porque si lo hago algún disminuido me saltará diciendo que ellos son electores y, por lo mismo, tienen derecho también a ser elegidos representantes de la nación. Pero, con todo respeto, yo no hablo de eso.