lunes, 19 de mayo de 2014

Mi casa sin mujer


Al poeta más prolífico que jamás haya existido, el persa Hakim Ferdusí, no le pasó entonces desapercibido y así lo dejó escrito en su monumental Libro de los Reyes: «Si deseas tener un jardín con rosas, alhelíes, jazmines y claveles, planta en tu jardín interior una mujer, porque en ella se compendian las esencias de todas las flores». Es así. La mujer ocupa con esas sus esencias el espacio interior; luego también el exterior, porque la mujer tiene una innata capacidad de transformar cualquier espacio vacío en un sitio apropiado para vivir. Se le reconocen destrezas que dan sentido a los lugares y a los días. Una mujer se hace hueco y planta hogar, donde cuida la vida dispensando amor al marido, al menor, al mayor. Esta es su sabiduría.

A mí me ha dejado mi mujer, por dos meses solo, pero me ha dejado. Se excusa en el parto de su hija para irse ultramar. Hoy estoy compuesto y sin mujer. Tengo de todo, menos mujer. Bueno, me sobra casa y ajuar. Tengo mi orden y, a ratos, una gran soledad. Mi casa ahora es un lugar sin desafío, sin aventura. Sin mujer, mi vida es como una vela sin llama.

«Apagado va el hombre/sin luz de mujer» (Miguel Hernández)