viernes, 14 de noviembre de 2014

El misterio de la tarta


Cae un frío aguanieve que presagia problemas en Belate. La tarde es casi noche cerrada cuando me refugio en Malkorra, huyendo del agua y con ánimo de calentar mi cuerpo, siquiera con un café. Tengo tiempo hasta recoger a los míos, que están en otros menesteres, y alargo mi espera con pequeños sorbos a mi escueta consumición con leche. No pasa desapercibido el hecho a quien me atiende y me ofrece algo de comer. Soy goloso y además una de las mesas ha quedado libre, próxima a las cristaleras.

Pero si lo dicho es cierto, a Malkorra he venido con otro designio: comido por la curiosidad, casi como un espía dispuesto a comprar voluntades. Tengo que comprobar si hacen en su obrador una magnífica tarta toda recubierta de almendra fileteada y tostada. Un manjar. La comí varias veces, porque era el presente que traía un amigo elizondarra al txoko y nunca pudimos arrancarle de dónde la sacaba. A lo sumo decía con misteriosa voz que se la hacían a él, pero no a los forasteros. Un día, forrado de copas, le oí pronunciar malkorra y todo fue atar cabos. Estaba yo en el sitio que sospechaba y, al tiempo que pagaba el café y el jesuita que devoré, me hice entender qué buscaba y la mujer me dijo que sí, que hacen la tarta los domingos y no les dura nada porque enseguida se la llevan. Debí poner cara de frustración, porque me entregó una tarjeta y me dijo que, siendo de confianza, si la encargaba me la reservarían. La he vuelto a comer varias veces, pero no recuerdo cómo la llaman. ¡Mala cabeza la mía!


(Publicado en el blog lovelybaztan.com el 13 de noviembre de 2014)