lunes, 21 de noviembre de 2016

Apatía


Uno, no siempre sabe poner los puntos sobre la pieza que levanta vuelo, y aunque amaga el tiro la pierde. Por eso gusta de revolver entre números atrasados de diarios españoles, por ver cuál era la opinión del lector, generalmente mostrenca, pero que otras veces abate la pieza fulminada con un tiro sabedor y certero. Es el caso de un señor de Badajoz que hace cuatro años, en enero, escribía con palabras dice que prestadas: «hay que decir que los valores de hoy son el dinero, el éxito, el cultivo del cuerpo, la fuerza bruta, la risibilidad de la ética, la inmisericordia, la competitividad o la guerra por todos los medios. El dinero va a ser el bien escaso que ahondará cada día más en las diferencias e injusticias: los pobres, cada vez más pobres; una clase media destruida; y la riqueza, en poder de unos pocos privilegiados.

De Prodavinci
 »La ética será cada vez más una ética de andar por casa, egoísta y manejada, que solo perseguirá la conservación y el uso del cuerpo, abolidas para siempre la moral cristiana y las preguntas otrora fundamentales sobre el destino del ser humano. Y por último, la competitividad, la zancadilla al prójimo, relegará la misericordia al baúl de los recuerdos; quedará esta impartición de la justicia profesional que únicamente amparará los intereses políticos y sociales más bastardos».

Pues creo que seguimos peor, ya observaba Pérez-Reverte por entonces que los idiotas y los malvados se mostraban públicamente satisfechos de serlo, y que la estupidez “se repite y engorda”. Pues bien, hoy los idiotas y malvados no caben ya en el escenario; la cosa está enquistada y algún tumor sin tratamiento progresa. La apatía es imperdonable, aunque hayamos cerrado ayer la Puerta de la Misericordia.