lunes, 28 de noviembre de 2016

Fábula del pendejo


Tía Martha es casi ochentona, vive en la “Perla de la Laguna”, en Cohauila. Recién ha descubierto —diría ella— el guasap como medio de comunicación en la gran distancia, desde allí y ahora mismo. Es una senior digital. Con ello disfruta y sale de sus ratos de soledad, a la vez que me instruye con lo que sabe, que no es poco, de allende los mares.

La legua española es rica en significados y matices del vocabulario que utilizamos todos sus hablantes. Así ocurre  con la palabra pendejo, que teniendo una misma etimología, puede constituir un nombre común y corriente o un adjetivo rudo e insultante, o bien un calificativo si más. En nuestro caso ha de tomarse en el sentido español y mexicano de tonto, tonto del pueblo o al que nosotros llamamos —con harta injusticia— lepero.

En esta fábula no hay que hacer caso de las monedas referidas ni a su valor nominal, que se usan a título de ejemplo.

Catholic.net
"Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el pendejo del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas. Diariamente algunos hombres llamaban al pendejo al bar donde se reunían y  le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de menor tamaño, pero de 2.000 reales. Él siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió: 'Lo sé, no soy tan pendejo. Ella vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguito acaba y no voy a ganar más mi moneda'. Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones: primera, que quien parece pendejo no siempre lo es; segunda, ¿cuáles eran los verdaderos pendejos de la historia?; tercera, que una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
 Pero la conclusión más interesante es que podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros mismos. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

'El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser pendejo delante de un pendejo que aparenta ser inteligente'."

Colorín, colorado...