domingo, 22 de junio de 2014

Alguien me ha dicho algo


Es raro que estuviera realmente aburrido, cansado de aburrimiento. Con esa sensación horrible de acedia que te arruga el alma y sientes que careces de recursos para salir de ella:  ya no puedes leer más, ni pasear, ni escuchar música… Estás harto y te prescribes la única fórmula magistral para salir del atasco: alguien que se preste o algo que te distraiga.

Así di con la película La ladrona de libros, The Book Thief, dirigida por Brian Percival, sobre una adaptación cinematográfica basada en la novela del mismo título, cuyo autor es el australiano  Markus Zusak, nacido Branko Cincovic y de origen austro-germano, hijo de un doblemente perdedor emigrado a las antípodas.

Cierto es que estoy harto de las reiteraciones sobre la Shoáh. Sin embargo las reseñas del libro de Zusak me presentaban una obra singular: una historia civil que se desenvuelve en la retaguardia nazi, narrada en primera persona por la Muerte. Es la historia de Liesel Mamminger, una niña de 9 años acogida por una familia obrera durante la Segunda Guerra Mundial. Una vida mísera que resulta entrañable.

No puedo calificar la fidelidad del guión cinematográfico con la novela, pero sí la interpretación de los personajes: no se si quedarme con la niña Liesel (Sophie Nélisse) o con Hans ( Geoffrey Rush), su padre. El papel de Rosa, la más que adusta madre de acogida, a quien le acompaña su propio gesto, lo borda Emily Watson. Sin destripar nada digo que será la historia que la propia Liesel está escribiendo la que le salve la vida.

No tengo lágrima fácil y veo las películas “desde fuera”… Pero se me desarrugó el alma.


¡Ah, tengo encargada la novela!

Ideas y solaz del alma