jueves, 12 de junio de 2014

La perspectiva de género desde el retrete


[Traigo esta entrada en Facebook, del 5 de enero de 2010, a las 11,17 horas, para dar unidad de pensamiento a estos Papeles de Aranbide, aunque sea de modo desordenado en el tiempo]

Belga Queen pasa por ser uno de los ambientes más hip y trendy de la Bruselas burguesa. Es un enorme restaurante a media luz, instalado en el patio de operaciones de un antiguo banco en la Fossée- aux-Loups. Nada más entrar, te topas con el oyster-bar y se oyen blues en el whisky-bar instalado en las viejas cámaras acorazadas del subsuelo. Si algo tiene de extraordinario el local es su decoración y el gentiazo en la tarde-noche, con una muy larga carta de raciones escuetas y carísimas para cenar. Una vez instalado en tu mesa, merece la pena observar el patio, con la seguridad de que no estás siendo apercibido ni por el unfriendly staff, que te acaba de recibir con un bon appetit para unos platos que se demorarán una eternidad. Larga fue la espera, que agotó toda nuestra conversación, y por esta causa pude descubrir el lado más cool de la Queen: sus lavabos, es decir los aseos, the toilets. Para damas y caballeros, of course, pero en melée indiscriminada.

Entreabierta la roja cortina por la que se accede, se abre un luminoso y amplio espacio dominado por una especie de lavabo corrido, como un abrevadero, donde cada cual ―y cuala― purifica con desenfado sus manos o totaña el make-up, tras el repaso visual de los incisivos en el espejo y la eventual mise-en-place del busto. La visión pasma y más cuando uno no ha ido a eso, sino urgido por necesidades menores y no da con la vasija que busca. Miras a un lado y otro con desconsuelo, hasta que te fijas en que tus congéneres se dirigen hacia una batería de blancas tacitas ante las que cierran puertas de cristal. Mientras retrocedes afligido, reparas indignado que, ante tus urgencias, ¡esto no puede ser…! La cosa tiene truco, claro, pero coincide que ni es el lugar ni estás para pensamientos que no alivien a un apretado.

Viene a cuento esta vivencia de la luminosa idea de la titular del Misterio de Igualdad de nuestro país de eliminar los rótulos de los aseos de su departamento, por considerarlos sexistas. En fin, uno que tiene ya sus años, se ha visto urgido por necesidades mil y ha pasado por experiencias inenarrables, desde la cuadra y el pozo séptico al mobiliario de diseño exclusivo all-in-one, hasta con soplado por aire caliente.

Así las cosas del género con que se nos importuna, creo que debemos reivindicar con radicalidad aquella antigua placa turca no discriminatoria que equipaba teatros, bares y gasolineras de nuestros años cincuenta, por cierto hoy muy extendida por el continente asiático, tanto en lugares de brillo como infectos y desportillados. Es simple, sencilla, y de barata instalación. También juega a su favor la postura fisiológica que exige adoptar, que parece ser la más adecuada para el asexuado usuario. Sólo hay que tener cuidado en dejar el bolso en alto y que no te caigan las llaves, el móvil o el monedero del bolsillo al negro agujero. Ah, y verificar previamente si cuenta con papel.