martes, 20 de diciembre de 2016

Ze


Llevaban tiempo tras de ello en Europa, pero no ha sido sino hasta ahora cuando lo han conseguido y solicitado su aprobación por las autoridades académicas. Así deduce de los hechos The Times de Londres (11 de diciembre). Los estudiantes de la prestigiosa Universidad de Oxford han recibido un folleto de su propio Sindicato con el fin de impedir ofensas hacia los estudiantes transgénero. Conforme a la directriz para un Código de Conducta de la propia Universidad, sería una transgresión del mismo usar deliberadamente el pronombre equivocado con una persona transgénero:

«This guidance has been developed to support members of the University in meeting the requirements of the University’s Transgender Policy. The policy applies to transgender students and staff, with a particular focus on those who are seeking to transition from one gender to another. […] Transition (or gender confirmation) is the process of changing from the gender assigned at birth to a gender with which the individual identifies. This may, or may not involve medical or surgical treatment. Gender transition is a journey that is different for everyone. Every individual is unique and will experience gender variance to a different degree that also depends on social circumstances. Some may attempt to suppress their discomfort, while others may live permanently in the gender role that is most comfortable for them, but without seeking any medical treatment. Some people choose to follow a medical process called gender reassignment.»

Queda claro con ello el posicionamiento oxoniano con las comunidades LGTB. Consigue respaldar el “derecho” de los estudiantes a definirse como machos o hembras en algún momento de su vida, al tiempo que vuelve a la vieja pretensión feminista y decimonónica de utilizar pronombres neutros como norma y que ésta se extienda a conferenciantes y seminarios.

De continuar por este camino en los EE.UU. han llevado el suyo propio de la mano de Obama, veremos si sigue con Trump me veo aprendiendo a introducir en mi conversación ¡atentas las áreas del lenguaje de mi cerebro!—, además de los pronombres personales he, she y they, ze, zer, o zers, según me conste si los referidos han salido o no del armario. De lo contrarío seré un delincuente casposo y, con seguridad, fascista.


Algo más me preocupa. Sabido es que en el Reino Unido no hay una Real Academia de la Lengua que “limpia, fija y da esplendor” a la lengua inglesa. Tampoco en ninguno de los países angloparlantes. Es  The Oxford Dictionnary la “autoridad” referente en materia de lengua. Sabemos por propia experiencia que el inglés es tan maleable que admite palabras, palabros y construcciones sintácticas apocopadas con modal verbs según convenga. Me pregunto si, en aras del progresismo rampante, tendrán acceso al Diccionario los “neopronouns” para referirnos a M. and Mrs. Smith o a su hijo Mx. Smith.